La gracia de Dios

El hombre fue creado bueno e íntegro; sin embargo el hombre por su voluntaria trasgresión, cayó e incurrió no solo en la muerte física, sino también en la muerte espiritual; la cual es la separación de Dios.
(Génesis 1:26,27; 2:17; 3:6; Rom. 5:12-19)

Tentado por Satanás, el hombre se rebeló contra Dios, siendo alejado de su Creador pero responsable ante Él; y quedó sujeto a la ira divina.
La única esperanza de redención para la humanidad es a través de la sangre derramada por Jesucristo, el Hijo de Dios.
Creemos que el pecado separa de Dios (Isaías 59:1-15) y que toda práctica pecaminosa atenta contra el alma de la persona
(Deut. 4:9; 1Pe.2:11-12).


Creemos que Dios ofrece perdón, redención y restauración a todos los que, buscando Su misericordia,

se arrepienten y deciden abandonar sus pecados; los confiesan, y piden perdón a través y por los méritos de Jesucristo.

(Hechos 3:19-21; 4:11-12; Romanos 10:9-10; 1Corintios6:9-11.)


Creemos que la única esperanza de redención para la humanidad es a través de la sangre derramada por Jesucristo, el Hijo de Dios.

La salvación es un regalo gratuito de Dios y solo se obtiene por Su gracia a través de la fe en Cristo Jesús.

Cualquiera que se arrepienta de sus pecados y mire a Cristo y Su muerte sustitutoria,

nace de nuevo para vida eterna por el Espíritu Santo y es declarado justo por Dios.

Por medio del gran acto redentor de Cristo, un individuo se reconcilia con Dios como Padre y se vuelve Su hijo por el puro afecto de la voluntad de Dios.

Al creyente se le perdona su deuda de pecado, es liberado de la ley del pecado y de la muerte; y es guiado hacia la libertad del Espíritu de Dios. 

Cualquiera que se arrepienta de sus pecados y mire a Cristo y Su muerte sustitutoria,

nace de nuevo para vida eterna por el Espíritu Santo y es declarado justo por Dios.


Por medio del gran acto redentor de Cristo, un individuo se reconcilia con Dios como Padre y se vuelve Su hijo por el puro afecto de la voluntad de Dios.

Al creyente se le perdona su deuda de pecado, es liberado de la ley del pecado y de la muerte; y es guiado hacia la libertad del Espíritu de Dios. 


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