06 Jun, 2023
El miedo es una emoción básica negativa y natural que se expresa frente a un peligro real o imaginario; por lo tanto, como cristianos no estamos exentos de sentirlo en algún momento. Al ver la Transfiguración de Jesús los discípulos sintieron miedo; sin embargo, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Levantaos, y no temáis" (Mateo 17:6-7 RVR60) En total se repite esta frase "no temas" o alguna variante 365 veces a lo largo de las Sagradas Escrituras; una para cada día del año. Dios insiste tanto en repetirlo porque sabe que el miedo o la ansiedad (miedo agrandado), muchas veces nos atrapa y no nos suelta como el lazo de un cazador, hasta acabar con nuestra fe. Quien nos creó quiere animarnos cada día recordándonos que Él puso en nosotros un espíritu de fortaleza, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7). Como hijos de Dios contamos con un manual de instrucciones que nos enseña como vencer al temor manteniendo una actitud positiva y proactiva en medio de las adversidades. Dice que cuando nos dejamos abrumar por nuestras preocupaciones y temores damos paso a la duda, y somos fácilmente influenciables al escuchar consejos errados o al querer confiar en nuestras limitadas capacidades. Si Dios nos repite 365 veces en Su Palabra que no temamos, ¡es por algo! Nos es permitido sentir miedo; pero lo importante es qué hacemos con ese sentimiento. Tenemos que aprender a habitar en la Presencia del Señor a través de nuestras oraciones y del creer sin duda alguna que Él es un Dios fiel que cumple Su Palabra. Repetir los versículos donde están sus promesas, es una de las mejores maneras para relajar o calmar nuestro cuerpo y mente cuando el miedo llega a afectar nuestra vida emocional o espiritual. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya". (Salmo 91:3-6) EL TEMOR DE DIOS "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" Proverbios 1:7 La Biblia menciona que el único temor que debemos sentir es el temor del Señor, esto significa tener una absoluta reverencia y admiración por un Dios Todopoderoso, el creador de todas las cosas. Implica sentir un apropiado respeto a su ira y enojo, es vivir en un temor santo esforzándonos cada día por agradarle y honrar Su nombre, sabiendo que tendremos que rendir cuentas de nuestros actos, solamente a Él. De acuerdo a la enseñanza del Proverbios 8:13, el temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia, la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Si no tenemos temor de Dios no tomaremos en serio el pecado y las consecuencias que eso trae, son terribles; por eso, es mejor guardar sus mandamientos, cambiar nuestra manera de pensar y vivir para recibir las bendiciones que trae sentir el único temor del cual vale la pena ser presos. CURIOSIDAD BIBLICA
06 Jun, 2023
Los Niños del Rey
06 Jun, 2023
¿Sabes que la incredulidad es desobediencia a Dios? Nayive Durán | Abril 28, 2023 Esta pregunta es indispensable que todo verdadero creyente se la haga a sí mismo. Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. (Hebreos 3:7-11, RVR60) En Hebreos 3:7-11, el Espíritu Santo nos exhorta a no endurecer nuestros corazones cuando oímos su voz. La actitud desobediente del pueblo de Israel menospreció el hecho de que el Señor los había sacado de Egipto (tierra donde eran esclavos) y los hubiera sustentado, proveído, protegido, consolado, defendido, sanado, amado y multitud de obras más, que el Dios todopoderoso había realizado con este pueblo durante 40 años en el desierto, camino a la tierra prometida. Ellos pecaron en contra de Dios, con incredulidad y quejas; por cuanto Jehová se disgustó con ellos. Nosotros, aquellos que hemos sido redimidos por la sangre preciosa de Jesús, aquellos que hemos sido comprados con un alto precio; a quienes también nos ha sacado del mundo de pecado y nos hizo libres de nuestro Egipto. Nosotros, a quienes también quitó las cadenas que nos ataban a la esclavitud, hemos sido sustentados por el Señor. Él nos ha consolado, librado de la muerte, proveído para nuestras necesidades y muchas veces nos adorna con más de lo que merecemos. El mismo Dios nos que nos sana, nos consuela y nos acompaña; Dios hecho hombre a través de Jesucristo Su hijo, nos demuestra Su fidelidad y amor, y nos llama sus hermanos: Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos (Hb 2:11, RVR60) Aún así, pecamos en contra de Dios cuando en los desiertos que atravesamos viene la incredulidad y la queja. Empezamos a creerle al mundo, a los diagnósticos médicos, a la inflación económica, a las malas noticias, y dejamos de creer y alimentar nuestra fe en Jesús nuestro salvador. Llenamos nuestro corazón de quejas y angustia, y empieza la incredulidad a hacer de nuestro diario vivir un desierto.Todos aquellos prodigios y milagros que ha hecho nuestro BUEN DIOS a lo largo de nuestra vida, aun cuando éramos hijos de desobediencia (Mat 5-45), se ven opacados y hasta olvidados. Queridos hermanos, ¡muchos hemos caído en desobediencia como el pueblo de Israel! Es una triste realidad. Hebreos 12-3 dice: Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón MALO DE INCREDULIDAD para apartarse del Dios vivo. Debemos tener en cuenta que no solo ofendemos a Dios al ser incrédulos, sino que así como aquella generación no entró en el reposo del Señor, así también nosotros deberíamos temer como lo dice Su Palabra en Hebreos 4:1-3: Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
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06 Jun, 2023
El miedo es una emoción básica negativa y natural que se expresa frente a un peligro real o imaginario; por lo tanto, como cristianos no estamos exentos de sentirlo en algún momento. Al ver la Transfiguración de Jesús los discípulos sintieron miedo; sin embargo, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Levantaos, y no temáis" (Mateo 17:6-7 RVR60) En total se repite esta frase "no temas" o alguna variante 365 veces a lo largo de las Sagradas Escrituras; una para cada día del año. Dios insiste tanto en repetirlo porque sabe que el miedo o la ansiedad (miedo agrandado), muchas veces nos atrapa y no nos suelta como el lazo de un cazador, hasta acabar con nuestra fe. Quien nos creó quiere animarnos cada día recordándonos que Él puso en nosotros un espíritu de fortaleza, amor y dominio propio (2 Timoteo 1:7). Como hijos de Dios contamos con un manual de instrucciones que nos enseña como vencer al temor manteniendo una actitud positiva y proactiva en medio de las adversidades. Dice que cuando nos dejamos abrumar por nuestras preocupaciones y temores damos paso a la duda, y somos fácilmente influenciables al escuchar consejos errados o al querer confiar en nuestras limitadas capacidades. Si Dios nos repite 365 veces en Su Palabra que no temamos, ¡es por algo! Nos es permitido sentir miedo; pero lo importante es qué hacemos con ese sentimiento. Tenemos que aprender a habitar en la Presencia del Señor a través de nuestras oraciones y del creer sin duda alguna que Él es un Dios fiel que cumple Su Palabra. Repetir los versículos donde están sus promesas, es una de las mejores maneras para relajar o calmar nuestro cuerpo y mente cuando el miedo llega a afectar nuestra vida emocional o espiritual. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya". (Salmo 91:3-6) EL TEMOR DE DIOS "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" Proverbios 1:7 La Biblia menciona que el único temor que debemos sentir es el temor del Señor, esto significa tener una absoluta reverencia y admiración por un Dios Todopoderoso, el creador de todas las cosas. Implica sentir un apropiado respeto a su ira y enojo, es vivir en un temor santo esforzándonos cada día por agradarle y honrar Su nombre, sabiendo que tendremos que rendir cuentas de nuestros actos, solamente a Él. De acuerdo a la enseñanza del Proverbios 8:13, el temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia, la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Si no tenemos temor de Dios no tomaremos en serio el pecado y las consecuencias que eso trae, son terribles; por eso, es mejor guardar sus mandamientos, cambiar nuestra manera de pensar y vivir para recibir las bendiciones que trae sentir el único temor del cual vale la pena ser presos. CURIOSIDAD BIBLICA
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Los Niños del Rey
06 Jun, 2023
¿Sabes que la incredulidad es desobediencia a Dios? Nayive Durán | Abril 28, 2023 Esta pregunta es indispensable que todo verdadero creyente se la haga a sí mismo. Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. (Hebreos 3:7-11, RVR60) En Hebreos 3:7-11, el Espíritu Santo nos exhorta a no endurecer nuestros corazones cuando oímos su voz. La actitud desobediente del pueblo de Israel menospreció el hecho de que el Señor los había sacado de Egipto (tierra donde eran esclavos) y los hubiera sustentado, proveído, protegido, consolado, defendido, sanado, amado y multitud de obras más, que el Dios todopoderoso había realizado con este pueblo durante 40 años en el desierto, camino a la tierra prometida. Ellos pecaron en contra de Dios, con incredulidad y quejas; por cuanto Jehová se disgustó con ellos. Nosotros, aquellos que hemos sido redimidos por la sangre preciosa de Jesús, aquellos que hemos sido comprados con un alto precio; a quienes también nos ha sacado del mundo de pecado y nos hizo libres de nuestro Egipto. Nosotros, a quienes también quitó las cadenas que nos ataban a la esclavitud, hemos sido sustentados por el Señor. Él nos ha consolado, librado de la muerte, proveído para nuestras necesidades y muchas veces nos adorna con más de lo que merecemos. El mismo Dios nos que nos sana, nos consuela y nos acompaña; Dios hecho hombre a través de Jesucristo Su hijo, nos demuestra Su fidelidad y amor, y nos llama sus hermanos: Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos (Hb 2:11, RVR60) Aún así, pecamos en contra de Dios cuando en los desiertos que atravesamos viene la incredulidad y la queja. Empezamos a creerle al mundo, a los diagnósticos médicos, a la inflación económica, a las malas noticias, y dejamos de creer y alimentar nuestra fe en Jesús nuestro salvador. Llenamos nuestro corazón de quejas y angustia, y empieza la incredulidad a hacer de nuestro diario vivir un desierto.Todos aquellos prodigios y milagros que ha hecho nuestro BUEN DIOS a lo largo de nuestra vida, aun cuando éramos hijos de desobediencia (Mat 5-45), se ven opacados y hasta olvidados. Queridos hermanos, ¡muchos hemos caído en desobediencia como el pueblo de Israel! Es una triste realidad. Hebreos 12-3 dice: Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón MALO DE INCREDULIDAD para apartarse del Dios vivo. Debemos tener en cuenta que no solo ofendemos a Dios al ser incrédulos, sino que así como aquella generación no entró en el reposo del Señor, así también nosotros deberíamos temer como lo dice Su Palabra en Hebreos 4:1-3: Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo.
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